Borgotaba. Los viscoleantes toves, rijando en la solea, tadralaban… Misébiles estaban los borgoves y algo momios los verdos bratchilbaban.

¡Cuidado, hijo, con el Fablistanón! ¡Con sus dientes y garras, muerde, apresa! ¡Cuidado con el pájaro Sonsón y rehuye al frumioso Magnapresa!

Blandiendo su montante vorpalino al monstro largo tiempo persiguió… Bajo el árbol Tamtam luego se vino y un rato cavilando se quedó.

Y estando en su aviesmal cavilación, llegó el Fablistanón, ojo flagrante, tufando por el bosque fosfuscón, y se acercó veloz y burbujeante.

¡Un, dos! De parte a parte le atraviesa varias veces el vorpalino acero… Y, muerto el monstro, izando la cabeza regresó galofando muy ligero.

¿De verdad al Fablistanón has muerto? ¡Ven que te abrace, niño radioroso! ¡Hurra, hurra, qué día ristolerto! risotó carcajeante y jubiloso.

Borgotaba. Los viscoleantes toves rijando en la solea, tadralaban Misébiles estaban los borgoves y algo momios los verdos bratchilbaban.